miércoles, 16 de diciembre de 2015

Los deberes deben ser “ser niños”, por Juan Rafael García Gámez

Los deberes deben ser “ser niños”, por Juan Rafael García Gámez, padre de alumnas.

Seguramente ya habrá sido tratado y debatido en este magnífico foro el tan manido asunto de los deberes o tareas que nuestros hijos e hijas deben hacer en casa. Quisiera dejar mi punto de vista, pues es un tema que considero de vital importancia.
Los deberes en casa se han convertido en un marrón para los padres y en una pesadilla para los chavales y chavalas. A diferencia de los colegios ingleses, que no mandan deberes para casa, en nuestros colegios públicos y concertados no bastan las cinco o seis horas de clase de cada día, sino que, además, la desmesura y el descontrol de los deberes hace que los niños se queden haciéndolos, junto con su negro o negra (el padre, la madre, el abuelo o abuela), hasta las once o doce de la noche. 
Como bien dice José Antonio Marina, estamos en ese escenario nefasto en el que en la escuela se escucha y en la casa se estudia. No puede ser que mi sobrina de doce años deba hacer una presentación en power point, de un día para otro, sobre el cultivo del garbanzo negro en el margen derecho del río Nilo, por ejemplo, sin recibir ayuda. Convendría que, en vez de sentarse a la luz de un flexo o ante la pantalla de un ordenador, a realizar interminables deberes, nuestros hijos e hijas hicieran deporte al aire libre, visitaran museos, debatieran en familia o con amigos; en mi opinión, bastaría media hora al día para repasar en casa lo que se ha estudiado ese día en clase.
Nos encontramos en plena campaña electoral y estoy seguro de que somos muy pocos los padres y madres que hemos analizado con detenimiento las propuestas que, en materia de enseñanza y educación, formula cada formación política que concurre a las elecciones del día 20 de diciembre, para así, poder votar en consecuencia. No me gustaría que mis hijas se convirtieran en fracasadas extraescolares por la absurda política de deberes que la mayoría de docentes imponen de forma casi autoritaria. Sin duda, son estos últimos, los docentes, la pieza esencial de la educación y deben ser receptivos a las cuestiones que demanden los padres y madres. Como decía Platón, la libertad de nuestros hijos e hijas está en que sean dueños de su propia vida, es decir, que puedan ser niños y niñas en horario extraescolar.

5 comentarios:

José Alfonso Rueda dijo...

Hay varios aspectos en este artículo con los que no estoy muy de acuerdo. Uno de ellos es la generalización que se hace de los docentes y los deberes. Efectivamente, hay quienes abusan de los mismos, pero también hay una gran cantidad de maestros y profesores que los mandan con mucha mesura o no lo hacen nunca.
El otro aspecto es que no se mencionan varios factores más, bastante significativos para mí, que influyen, y no poco, en el tiempo que los alumnos deben dedicar al estudio en casa.
En primer lugar, uno externo ante el que poco podemos hacer docentes, padres y alumnos: la amplitud casi inabarcable de los contenidos que la ley incluye en currículos y programaciones y nos obliga a dar en un curso hace imposible que se pueda dedicar el tiempo necesario para su correcta adquisición y afianzamiento en clase.
En segundo lugar, la más que manifiesta mejora de la coordinación entre docentes a la hora de poner deberes al alumnado de un mismo grupo, inexistente en la mayor parte de los casos.
Y tercero, lo que en muchos casos denominamos “deberes” son, en realidad, actividades de clase que los alumnos que la han aprovechado terminan allí y quienes tienden a distraerse más y concentrarse menos necesitan concluir en casa. Dentro de este último grupo de estudiantes incluyo a algunos, que a diario me encuentro, a los que desde el día cero sus familias ya les colocan tres o cuatro horas de clases particulares cada tarde que, en lugar de aprovechar para reforzar o resolver dudas, convierten en duplicados del horario escolar para hacer en ellas lo que no han hecho en el colegio o instituto.
En definitiva, en mi opinión, como decía Aristóteles, en el término medio se encuentra la virtud. Eso sí, si dispusiera de dos meses para trabajar un tema en lugar de tres semanas y tuviera veinte alumnos en clase en vez de treinta, no me haría falta mandar deberes de ningún tipo, ni siquiera con mesura.

Juan R García Gámez dijo...

Querido José Alfonso, en ningún momento he querido generalizar, simplemente me baso en las quejas de personas de mi entorno, que en su gran mayoría se quejan del exceso de deberes. Respecto a la sobrecarga de contenidos, sin duda es algo que habría que cambiar, por lo que hay que denunciarlo. La mejora en la coordinación de docentes es una problemática en la que los padres poco podemos hacer, salvo quejarnos. Por último, conozco casos de alumnas brillantes en clase y que son masacradas diariamente a deberes. Seguramente, como bien dices, disponéis de poco tiempo y contáis con clases excesivamente masificadas, factores que juegan en contra de una buena labor docente. Tomo nota de tus apreciaciones. Gracias por leer mi humilde colaboración y recibe un cordial saludo.

José Alfonso Rueda dijo...

Me alegra ver que has apreciado mi comentario en su contexto, el de matizar tu artículo; con el fondo del mismo estoy totalmente de acuerdo. Es más, lo hago extensible no sólo a los deberes, también a las clases particulares o a las inacabables actividades vespertinas deportivo-musicales-artístico-religioso-culturales que a veces acumulan los niños y les dejan sin tiempo para ser eso, niños que juegan, se divierten y lo pasan bien con otros niños.

Jose de Historia dijo...

El máximo exponente es el Libro Viajero, del que en ocasiones se abusa en infantil para desconsuelo de progenitores poco dados a las manualidades.

@gargamez dijo...

Lo del Libro Viajero debe tener efectos benéficos para el desarrollo de los niñs/as, que yo no alcanzo a comprender. ¿Cuál es el objetivo - beneficio de esta actividad? soy todo oídos.

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