Cipión y Berganza van a la escuela. Antonio Urbano 1


1. El anteproyecto de la nueva ley de educación que se prepara, la LOMCE, está suscitando protestas y controversias en el mundo educativo tanto en los aspectos didácticos, de promoción o de competencias de las Autonomías por poner algunos ejemplos. ¿Puede mejorar la educación una ley que nace con esta contestación?

Comparto la opinión de Miguel Ángel Santos Guerra (catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga) cuando afirma en esta revista digital: “No me gusta que la forma básica de transformar y mejorar el sistema educativo sea la promulgación de leyes”. Y mucho menos si la ley no cuenta con un importante consenso o no tiene en cuenta la opinión y la experiencia de la comunidad educativa  en su conjunto y, muy especialmente,  de los educadores, profesores, maestros y maestras.
Los docentes tenemos la sensación de que, desde la promulgación de la LOGSE, las reformas legislativas se vienen sucediendo sin tregua, cambiándose las reglas de juego tras cada una de las elecciones en las que cambia el color político del gobierno.
Así, la escuela y los profesores no sólo llevamos años sin tener un marco de referencia permanente que dote de la necesaria estabilidad organizativa y académica a los centros, sino que llevamos años dedicando tiempo y esfuerzo a asimilar cambios y a adaptar la organización y el funcionamiento de los centros a las sucesivas reformas y contrarreformas.
Los educadores y las educadoras constatamos, también, que las sucesivas reformas no han permitido que se asienten las “estrategias de mejora” de sus predecesoras puesto que no han estado vigentes el tiempo suficiente para poder valorarlas, y más en un ámbito, como el de la educación, en el que los resultados solo se pueden valorar a medio y largo plazo.
Pero además, ese ambiente de cambio continuo provoca una situación de crisis permanente en los centros ante la falta de modelos estables de funcionamiento y por el hecho de que  el profesorado no se pueda dedicar, única y exclusivamente, a los procesos de enseñanza y aprendizaje, ya que éstos se ven contaminados por la burocracia que conlleva la adaptación a la norma de las programaciones, los criterios de promoción de curso, etc.
Ya es hora de que los partidos políticos y las administraciones educativas inviten a todos los agentes sociales a llegar a acuerdos, logrando un pacto de estado por la educación ampliamente consensuado y con garantías de estabilidad a medio y largo plazo. Y, ya es hora, también, de que las administraciones educativas aporten recursos humanos y materiales suficientes así como las condiciones (ratios adecuadas, apoyos educativos, etc.), para que el alumnado aprenda en buenas condiciones y para que el profesorado pueda dedicarse, única y exclusivamente, al noble arte de enseñar en colaboración de los padres y las madres.
Volviendo a la opinión de Miguel Ángel Santos, todavía no hemos visto que la escuela, en lo esencial, cambie por decreto, por lo que tampoco esperamos que la LOMCE lo consiga. Ojalá nos equivoquemos.

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