Cipión y Berganza van a la escuela. Manuel del Árbol 1


1. El anteproyecto de la nueva ley de educación que se prepara, la LOMCE, está suscitando protestas y controversias en el mundo educativo tanto en los aspectos didácticos, de promoción o de competencias de las Autonomías por poner algunos ejemplos. ¿Puede mejorar la educación una ley que nace con esta contestación?

La Educación viene estando en el centro del debate político desde hace muchos años. En ocasiones ha sido prácticamente el único escenario de confrontación electoral en nuestro país. Pero creo que ha sido ficticio, no se ha tomado en serio. Y la prueba está en los grandes problemas no resueltos y no debatidos que se han querido eludir durante muchos años. En realidad, a pesar de tanto debate, no ha interesado mejorar realmente la enseñanza. La LOMCE vuelve a ser una ley fruto de un debate ficticio y será la cuarta en dieciséis años.
Una ley de educación debe responder a un debate serio relacionado con el modelo de sociedad que queremos. Y para ello es necesario recorrer un largo camino. Debemos proyectar nuestro modelo productivo. Debemos decidir si deseamos la competitividad basada en investigación, desarrollo e innovación como valores añadidos de nuestros productos, o la competitividad por bajo coste salarial, que hemos apostado hasta ahora con la baja cualificación y al “ladrillo”. Debemos cerrar problemas importantísimos relacionados con la crisis de valores que afectan a la credibilidad de las instituciones y de la sociedad, como la transparencia, la independencia de los poderes públicos, la participación ciudadana en la democracia y otros muchos. Sólo con consensos sobre nuestra proyección de futuro se puede plantear una ley de educación esperanzadora.
Y, como opinión muy personal obtenida de la experiencia, si una ley orgánica va a ser un estorbo mejor no hacerla. Mejor estudiar si se pueden ir modificando aspectos prácticos que la escuela para mejorarlos. Una ley orgánica tarda mucho tiempo en asimilarse y me preocupan los efectos devastadores que pueden producirse con una cuarta ley que no termina, no digo de implantarse, sino de comprenderse, tomarle los fallos y aciertos y aprender a aplicarla con eficacia en la escuela antes de que nos la vuelvan a cambiar.
No es una idea sólo mía, pero creo que lo que necesita nuestra educación no es cambiar de nuevo el currículo sino resolver cuestiones aparentemente sencillas, como poder trabajar en un aula adecuadamente sin perder el tiempo sometidos todos al alumnado que interrumpe. Como este asunto hay muchos más que no creo que se resuelvan con una ley orgánica que modifique el sistema educativo. Sin entrar a valorar aciertos o fallos en la LOMCE, creo que si no nace de un pacto de estado participado, no sólo por los partidos políticos sino de muchos grupos implicados, y es explicada a la sociedad en un momento en el que la sociedad decida tomarse en serio la educación, servirá para poco.

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