Cipión y Berganza van a la escuela. Manuel del Árbol 4


4. ¿Debe existir una evaluable alternativa a la religión, habría que dejarla como está ahora o tendría que dejar de impartirse en los centros educativos en horario lectivo?
 
Desde luego no discutiría sobre si se debe impartir o no en los centros educativos una asignatura de Religión, porque si los gobernantes de nuestro país han regulado esto así en los casi cuarenta años de democracia supongo que no merece la pena entrar en esta polémica, salvo para crear opinión.
Tengo entendido que la visión que tenemos en Montilla no es la misma que se tiene sobre este asunto en otras localidades, algunas muy cercanas. En nuestra localidad hay muy poco alumnado impartiendo Religión Católica en los institutos, sin embargo son mayoría muy significativa en nuestro alrededor. Tengo entendido que esto no es síntoma de falta de participación en parroquias y asociaciones religiosas, donde la actividad es muy alta. Allí se imparte formación y participa mucho alumnado que en los centros educativos no escoge la asignatura de religión católica. Desconozco lo que piensan las familias y el alumnado.
Puedo hablar de nuestra experiencia con la asignatura y también necesita una reflexión seria. Lo que observamos es lo siguiente. Nuestra responsabilidad es que todo el alumnado esté atendido las treinta horas lectivas de la semana. En ellas entra la religión o la alternativa, según elección. La Consejería de Educación asigna los recursos al centro educativo. Entre estos recursos está el número de horas de docencia para distribuirlas en las diferentes asignaturas. Cuando calcula las necesidades para la asignatura de Alternativa a la religión asigna horario de profesor para la mitad de los grupos de un nivel educativo, si son pares, o la mitad más uno si son impares. Esta asignación ha sido fija en los últimos años. Sin embargo las horas que se usan para contratar profesorado de Religión Católica se establecen según las necesidades. El alumnado es muy minoritario en la asignatura de Religión Católica. No llega en la mayoría de los cursos, o en todos, a tener ni medio grupo. Pero todos los alumnos y alumnas tienen que estar atendidos durante ese el tiempo, por lo que hay que cubrir horario que excede la asignatura de Alternativa con profesorado que se detrae de otras actividades, por ejemplo de apoyo educativo o de optativas. Paradójicamente los centros de Secundaria que tienen pocos alumnos en Religión Católica pierden recursos, mientras que en centros que tienen una mayoría de alumnado que cursa esta asignatura puede dedicar a su profesorado de Alternativa a otras tareas, como a ofrecer apoyo educativo al alumnado que lo necesita. Más alumnado de religión se traduce así en mayores recursos para el centro.
Otra vez vuelvo a lo que expresé al principio: independientemente de lo que diga la ley, la forma de aplicarla es determinante. No parece razonable la forma de funcionar en la actualidad y no tengo esperanza de que lo que se propone sea mejor.

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