Cipión y Berganza van a la escuela. Manuel del Árbol 5


5. La LOMCE (Ley orgánica para la mejora de la calidad educativa), desde su mismo enunciado, se propone mejorar la calidad educativa ¿Qué aspectos de mejora introduce esta ley? ¿Qué cuestiones, a su juicio, deberían abordarse prioritariamente para mejorar la educación en los centros escolares? 

Desde que en el año 2003 se redactó la LOCE (Ley Orgánica de Calidad de la Enseñanza), momento en que la palabra calidad estaba en alza, se ha usado el término hasta desgastarlo. Habría que definir calidad, porque es uno de esos términos confusos que difícilmente pueden ser rechazados. ¿Quién no quiere una enseñanza de calidad? ¿Quién no quiere un coche de calidad? ¿Quién no quiere unas relaciones humanas de calidad? Pero si preguntas qué se entiende por calidad probablemente te respondan: “buenas”, “estupendas”… y poco más. La oportunidad en el tiempo y la adecuación a las condiciones son aspectos muy importantes para el éxito de un proyecto. Creo que la LOGSE es una estupenda Ley de Educación. De hecho ha definido el Sistema Educativo español que hay en la actualidad y va a seguir funcionando. Sin embargo su ambición en todos los sentidos parece que ha contradicho el principio de oportunidad. Ni se contaba con el dinero necesario ni la resolución e interés que exigía de toda la sociedad, especialmente de los poderes políticos. Las leyes orgánicas posteriores han sido una forma de intentar paliar lo que no estamos dispuestos a desarrollar de ella. Y la LOMCE va a ser otra vuelta más que quitará y pondrá elementos con la esperanza de solucionar problemas que creo no tienen la solución en la ley, sino en cómo se está dispuesto a aplicarla, además de hacer falta muchas cosas que no son de la ley: consensos, apoyos, formación y prestigio del profesorado ante la ciudadanía, una decisión clara de los poderes públicos y agentes sociales y mucha determinación.
La calidad la entiendo como la mejora continua. Esto requiere esfuerzo y una evaluación, real y sin miedo, de nuestros resultados, pero también de nuestra práctica docente y de los recursos necesarios para conseguir los objetivos previstos. Para esto se debe realizar una reflexión sincera y poder aplicar en cada centro y en todos aquello que se considera necesario para el cambio. Es imposible desarrollar esta dinámica sin autonomía y recursos. Y me planteo qué elementos son necesarios para la autonomía pedagógica y organizativa de un centro educativo. Por supuesto la participación de todos los sectores, la medición de los resultados, la capacidad de introducir cambios en la práctica docente, la capacidad de organizar una trayectoria formativa del profesorado, la seriedad en la selección del profesorado, el reconocimiento social de la función docente, el respeto y la consideración del docente y del centro en su dinámica de reflexión y trabajo y, por supuesto, los recursos necesarios para llevar esto a cabo, dentro de unos márgenes realistas pero suficientes.
La LOMCE no contradice del todo lo que he definido arriba como mejora, pero tiene cierto tinte de desconfianza hacia la capacidad de los centros, de las familias y del alumnado. Pretende incidir en la cultura del esfuerzo y elevar el nivel de rendimiento académico (concepto este también discutible) por una vía fácil: evaluaciones externas. No tengo un criterio claro sobre lo que aporta. Más bien la encuentro desalineada respecto a lo que nos toca resolver: la educación de nuestros jóvenes, que van a ser los actores de nuestra sociedad en los próximos cincuenta años. Jóvenes que se preparan para unos trabajos que, más de la mitad, aún no están inventados. La educación debe ser algo que entusiasma y no termino de encontrar ese encanto en esta ley.

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